Donald Trump hizo historia al invocar por primera vez la sección 740 de la ley de autonomía de Washington DC para tomar el control del Departamento de Policía Metropolitana y desplegar a la Guardia Nacional. La medida, que durará 30 días salvo prórroga del Congreso, se suma al ingreso de 450 agentes federales —FBI, DEA, Policía de Parques y Servicio de Alguaciles— para “recuperar la capital” frente a lo que Trump describe como criminalidad “fuera de control”. El presidente también ordenó reubicar de inmediato a las personas sin hogar en carpas a las afueras y encarcelar a delincuentes. En redes sociales, publicó imágenes de campamentos y basura, prometiendo “no ser Mr. Nice Guy”. La decisión llega tras la agresión a un joven de 19 años en un presunto robo de coche, hecho que Trump utilizó como ejemplo de la violencia en la ciudad. La alcaldesa Muriel Bowser reconoció que en 2023 hubo un repunte criminal, pero aseguró que en los últimos dos años la delincuencia violenta bajó a su nivel más bajo en tres décadas. Rechazó la comparación de un asesor de la Casa Blanca que calificó a la ciudad como “más violenta que Bagdad”. Trump, aunque llamó a Bowser “una buena persona”, dijo que la ciudad está “más sucia y menos atractiva”. Los datos federales confirman que, pese a 98 homicidios este año, los delitos violentos totales están en mínimos históricos. Bowser cuestiona la legalidad de la intervención y asegura que las condiciones para que el presidente asuma la policía no se cumplen. Trump ya ha tenido choques con alcaldes demócratas, como el de Los Ángeles, donde envió miles de guardias nacionales tras disturbios por redadas a migrantes. La medida en Washington eleva la tensión política y reabre el debate sobre los límites del poder presidencial.