AMBATO fue mercado andino antes de la colonia




Pasa, Quisapincha e Izamba movieron productos por caminos ancestrales.
Mucho antes de que llegaran los colonizadores, Tungurahua ya era un centro clave de comercio en los Andes. Pueblos como Pasa, Quisapincha e Izamba mantuvieron intercambios constantes con otras regiones. Las conexiones alcanzaban la Costa y la Amazonía por una red de caminos ancestrales. Esos pasos permitieron el traslado de carga y mensajes entre montañas y selva. Entre los productos circularon tejidos finos y cultivos de la zona. También viajaron esmeraldas y oro que cambiaron de manos como moneda de prestigio. Plumas de aves exóticas corrieron la misma ruta por su cotizado valor. La arqueología halló conchas spondylus de la Costa en tumbas de caciques locales. Esas piezas fueron prueba de un sistema comercial sofisticado. Cada trueque reforzó la relación entre pueblos separados por climas y alturas. La economía resultó dinámica y diversa en tiempos prehispánicos. El intercambio sostuvo alianzas políticas y ceremonias comunitarias. Las rutas funcionaron como arterias que dieron vida a los mercados serranos. Con la colonización, ese entramado de comercio fue desplazado. La organización económica local cambió de manera profunda. El modelo impuesto fue feudal y jerárquico en sus cargos y tributos. Muchas estructuras tradicionales quedaron fracturadas por esa presión. Aun así, los vestigios de la antigua red quedaron visibles en el territorio. Los hallazgos confirmaron la avanzada organización social de los pueblos de Tungurahua. La memoria de ese comercio se conservó como orgullo de origen para la región.
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