El alcalde de Chilpancingo, capital del estado de Guerrero en el suroeste de México, fue brutalmente asesinado el domingo, apenas una semana después de asumir el cargo. Alejandro Arcos Catalán, de 43 años, fue decapitado en un acto de violencia que refleja la grave crisis de seguridad que enfrenta el país y pone a prueba a la nueva presidenta, quien ha prometido enfrentar con firmeza a los cárteles de la droga.

El incidente ocurrió tras un fin de semana en el que Arcos Catalán había visitado comunidades afectadas por el huracán John, que azotó la región con intensas lluvias y fuertes vientos. En sus redes sociales, el alcalde se mostró comprometido con la reconstrucción de Chilpancingo, llevando agua y suministros a los damnificados.

Según la Fiscalía General del estado de Guerrero, el cuerpo del alcalde fue encontrado dentro de una camioneta pick-up blanca, mientras que su cabeza fue dejada sobre el capó del vehículo. Las autoridades confirmaron la identidad de la víctima, y un funcionario público, bajo anonimato, reveló detalles gráficos del crimen. Hasta el momento, ningún grupo ha reclamado la autoría del asesinato.

Este brutal hecho es el más reciente en una serie de ataques contra funcionarios públicos en la región. Días antes de que Arcos Catalán asumiera el cargo, hombres armados asesinaron al que habría sido su ministro de Seguridad, un exjefe de la unidad de fuerzas especiales de la policía de Guerrero. Además, el pasado jueves, el secretario general del ayuntamiento fue acribillado a plena luz del día.