En un giro inesperado, el laboratorio AstraZeneca ha reconocido oficialmente que su vacuna contra el COVID-19 puede tener efectos secundarios graves, incluyendo el síndrome de trombosis con trombocitopenia (TTS). Este reconocimiento se dio a conocer a través de legales presentados ante el Tribunal Superior, luego de que un grupo de 51 afectados interpusiera demandas por los efectos adversos sufridos.

Según los documentos, "se admite que la vacuna AZ puede, en casos muy raros, causar TTS". Este síndrome se caracteriza por la formación de coágulos sanguíneos junto a un bajo recuento de plaquetas, una condición que puede ser fatal si no se trata a tiempo. El mecanismo por el cual la vacuna provoca esta reacción aún no se comprende completamente.

La vacuna, desarrollada en colaboración con la Universidad de Oxford, fue administrada a millones de personas a nivel mundial durante la pandemia. Sin embargo, el reconocimiento de estos riesgos abre la puerta a que las víctimas y sus familias puedan reclamar compensaciones, que podrían ascender a 100 millones de libras esterlinas.

Un estudio publicado en octubre de 2022 por la revista BMJ corroboró estos hallazgos. Analizando datos de salud global desde diciembre de 2020 hasta mediados de 2021, los investigadores identificaron por primera vez esta conexión entre la vacuna y la trombocitopenia y trombosis inmunitarias inducidas por vacunas (VITT).

Estos hallazgos han generado una gran preocupación entre la comunidad médica y la población general, planteando interrogantes sobre la seguridad de las vacunas en situaciones de emergencia sanitaria. A medida que continúa el debate, AstraZeneca enfrenta el desafío de mantener la confianza en su producto a la vez que garantiza la seguridad de los pacientes.