La crisis eléctrica que sacude a Ecuador lleva consigo no solo apagones, sino también un inesperado impacto económico. Los números están en rojo: el consumo de combustibles, específicamente de diésel y fuel oil, ha ascendido a niveles alarmantes, agravando el desembolso estatal.

Bajo condiciones normales, las plantas termoeléctricas del país demandan alrededor de 250 mil barriles mensuales de combustibles. Sin embargo, con la crisis por estiaje, esta cifra se ha disparado. Reinaldo Armijos, gerente de Petroecuador, informó que el requerimiento actual ronda los 480 mil barriles.

Para ponerlo en perspectiva, hasta septiembre, este aumento representó un gasto adicional de más de 110 millones de dólares para el Estado ecuatoriano. Además, el aumento en la dependencia del diésel para generación eléctrica ha traído consigo un costo de producción más elevado: 40 centavos por kilovatio, en comparación con los nueve centavos que cuesta la producción hidroeléctrica.

El Centro Nacional de Control de Energía (CENACE) prevé un sombrío panorama: entre octubre y diciembre, se consumirán alrededor de 500 mil barriles adicionales de diésel.