En un giro inesperado en el conflicto ucraniano-ruso, Ucrania ha intensificado sus operaciones militares al atacar tres importantes refinerías de petróleo en territorio ruso. Estos ataques ocurren en un contexto crítico, días antes de la anticipada reelección del presidente Vladimir Putin.

Las refinerías atacadas, ubicadas en Ryazan, Kstovo y Kirishi, son algunas de las más grandes de Rusia y juegan un papel crucial en su economía. Según informes de CNN, el objetivo de Ucrania es mermar la capacidad económica rusa, un movimiento estratégico que podría tener repercusiones significativas en el desarrollo del conflicto.

Paralelamente, se reportó un cuarto ataque en la refinería de Novoshakhtinsky en la región de Rostov del Don. Aunque Kiev no ha confirmado su participación, las evidencias sugieren una coordinación en estas operaciones. Andrii Yusov, de la Inteligencia de Defensa de Ucrania, señaló que, a pesar de ser una planta petrolera, se trata de una instalación militar clave para el esfuerzo de guerra rusa.

Este es el segundo día consecutivo en el que Ucrania realiza ataques contra instalaciones energéticas rusas, marcando un cambio notable en la dinámica del conflicto. Estos ataques no solo buscan debilitar la infraestructura militar rusa, sino también enviar un mensaje claro a la población rusa sobre las consecuencias de la guerra.

Los ataques llegan en un momento políticamente sensible para Rusia, con elecciones presidenciales en el horizonte. Aunque se espera que Putin obtenga un quinto mandato, estos eventos podrían influir en la percepción pública del conflicto y del liderazgo ruso.

La comunidad internacional observa con preocupación el escalamiento del conflicto y sus potenciales implicaciones globales. Este episodio subraya la complejidad y la volatilidad de la situación en Ucrania y Rusia, recordándonos que el conflicto está lejos de resolverse y que sus efectos se extienden más allá de las fronteras de ambos países.