La noche del 2 de septiembre de 2025, Guayaquil quedó impactado con un nuevo caso de maltrato animal. Tras una denuncia ciudadana, las autoridades encontraron una escena de terror en una vivienda: 10 perros vivían en medio de heces y suciedad, uno de ellos ya estaba muerto. La responsable de los animales aseguró ser rescatista y explicó que visitaba la casa “cada ciertos días” para dejar comida. Sin embargo, la falta de cuidados convirtió el lugar en un espacio indigno y riesgoso para la salud de los canes. La Dirección de Protección de los Derechos de los Animales del Municipio de Guayaquil lideró la intervención y retiró de inmediato a los perros sobrevivientes. En un comunicado difundido en redes sociales, la entidad recordó que rescatar exige amor y también responsabilidad, pues no se trata de acumular más de lo que una persona puede manejar. El caso despertó indignación en defensores de animales que exigieron sanciones ejemplares. Usuarios en redes sociales denunciaron que algunos “rescatistas” reciben ayuda económica o donaciones, pero no garantizan el bienestar de los animales. Carla, de la iniciativa Carla y sus amigos, pidió a la ciudadanía verificar las condiciones de los perritos antes de apoyar con recursos. El Municipio abrió un expediente administrativo en contra de la mujer y aclaró que seguirá vigilando estos hechos. Expertos recordaron que los perros requieren alimentación adecuada, agua limpia, refugio seguro, atención veterinaria, ejercicio y cariño. El incumplimiento de estas necesidades básicas constituye maltrato animal según normas internacionales. El hallazgo en Guayaquil reaviva el debate sobre la acumulación de animales en nombre del rescate. Los perritos rescatados ahora recibirán atención municipal para recuperar su salud. En tanto, la comunidad exige justicia y cambios en los controles. El caso refleja la urgencia de educación y responsabilidad en la tenencia animal.