En la parroquia Progreso, Guayaquil, la laguna de Manga Covacha se ha convertido en el espeluznante escenario de hallazgos continuos de cadáveres. Este 2024, 41 cuerpos han sido encontrados en sus aguas, en un área rural y de difícil acceso. Las víctimas, según los informes, presentan heridas de bala o han sido decapitadas, sumiendo a la zona en un clima de terror que afecta a pescadores y comuneros locales.

La Policía Nacional, tras investigar la zona, sostiene que estos cuerpos habrían sido arrojados en otras áreas de Guayaquil y que son arrastrados hasta Progreso por lo que llaman el “canal de la muerte”, un extenso sistema de aguas que conecta varias zonas conflictivas de la ciudad. El recorrido de más de 40 kilómetros comienza en el sector de Puente Lucía, en Pascuales, y atraviesa sectores peligrosos como San Francisco, Nueva Prosperina y Ciudad de Dios, hasta desembocar en la represa de Chongón y, finalmente, en la laguna de Manga Covacha.

Esta situación ha generado alarma entre los pocos residentes de la zona, quienes ya están acostumbrados a la aparición de cuerpos en el agua. Los comuneros relatan que casi todos los días encuentran un nuevo cadáver, el cual llevan a la orilla mientras esperan que la Policía realice el levantamiento. Este escenario es inquietante, pero las condiciones del área –sin señal de telefonía, cámaras de seguridad o iluminación– dificultan cualquier investigación.

El jefe zonal de la Dinased, coronel Christian Echeverría, indicó que el área es considerada una “escena secundaria”; es decir, no el lugar del crimen, sino un destino final para deshacerse de los cuerpos.