El Cairo, Egipto, se encuentra hoy en el centro de una intensa controversia tras el anuncio de un ambicioso proyecto de renovación de la Pirámide de Micerino. La iniciativa, liderada por Mostafa Waziri, director de Antigüedades Egipcias, ha dividido a expertos y ciudadanos entre aquellos que lo ven como un hito histórico y quienes lo critican por considerarlo una intervención inapropiada.

Esta pirámide, la menor de las tres de la meseta de Guiza, fue originalmente recubierta de granito. Con el paso del tiempo, perdió parte de este revestimiento, y ahora, el proyecto busca restaurar la capa y devolverle a la estructura su aspecto original. “Será un regalo de Egipto al mundo en el siglo XXI”, afirmó Waziri, destacando que la renovación permitirá ver la pirámide tal y como fue construida por los antiguos egipcios.

Sin embargo, la propuesta no ha sido bien recibida por todos. Monica Hanna, una reconocida egiptóloga, expresó su indignación en Facebook: “¡Lo que faltaba era alicatar la pirámide de Micerino! ¿Cuándo parará la gestión absurda del patrimonio egipcio?”. Su comentario refleja una preocupación generalizada sobre la conservación adecuada del patrimonio cultural.

Además, en las redes sociales, se han desatado todo tipo de comentarios irónicos y críticos. Algunos internautas comparan el proyecto con el enderezamiento de la torre de Pisa, mientras que otros sugieren alternativas absurdas, como el papel pintado en lugar de granito.

Este debate se enmarca en un contexto donde el turismo representa el 10% del Producto Interior Bruto de Egipto. La protección del patrimonio cultural es una cuestión delicada y de gran importancia, tanto para la identidad nacional como para la economía del país. El futuro de la Pirámide de Micerino y su renovación sigue siendo un tema abierto a discusión, reflejando las tensiones entre la conservación histórica y la modernización.