La alcaldesa llegó con varias promesas que no se han materializado, mientras la administración impulsa una intensa campaña de viajes, reconocimientos y premios que no se relacionan con la situación real de la ciudad.

Diana Caiza llegó a la Alcaldía prometiendo modernizar la movilidad, reactivar la obra pública y fortalecer la seguridad en una ciudad que administra un presupuesto de más de USD 120 millones al año y concentra el 70 % de la economía de Tungurahua. Ambato, con más de 13.000 unidades productivas y un flujo superior a 120.000 vehículos diarios, esperaba una gestión técnica capaz de ejecutar infraestructura, ordenar el territorio y sostener su competitividad regional. Las promesas incluían elevar la inversión pública, recuperar la planificación urbana y posicionar a la ciudad como un modelo de administración moderna.

Sin embargo, los resultados están lejos de esas expectativas: la ejecución del presupuesto de inversión en obras es apenas del 40 %, a pocas semanas de terminar el 2025. El déficit de repavimentación y asfaltado continúa en más de 9 millones de m², lo que explica el pésimo estado de las vías. Varios proyectos estratégicos siguen detenidos y la percepción de inseguridad aumenta.

A pesar de ello, la administración impulsa una intensa campaña difundiendo reconocimientos y premios, pan y circo para el pueblo a vista de todos, mientras la infraestructura se deteriora y la ciudadanía no percibe mejoras reales. Ante este escenario, Ambato requiere soluciones coherentes que sustituyan la propaganda por políticas efectivas: un plan integral de movilidad con gestión inteligente del tránsito, un programa de repavimentación priorizado por criterios técnicos, alianzas público-privadas para infraestructura sostenible, fortalecimiento de mercados y barrios, y un sistema de seguridad basado en la tecnología preventiva.