En el peligroso distrito de Nueva Prosperina, en el noroeste de Guayaquil, las escuelas se han convertido en terrenos fértiles para las mafias que buscan nuevos reclutas. Un profesor de la zona reveló a Televistazo cómo los menores son obligados a trabajar para estas organizaciones delictivas, especialmente aquellos con habilidades especiales como las matemáticas, quienes son utilizados para llevar la contabilidad de las bandas.

La situación es alarmante. Según el docente, quien tiene siete años de experiencia, ha sido testigo de estudiantes que llegan a clases en estado de ebriedad, bajo efectos de drogas o incluso golpeados. Estas circunstancias son resultado de conflictos internos dentro de las pandillas o con grupos rivales. Los menores, de entre 12 y 15 años, son los más vulnerables y, a menudo, son quienes realizan el "trabajo sucio" de estas organizaciones, incluyendo tareas de contabilidad y manejo de vehículos.

"Si un chico es muy hábil, incluso con las matemáticas, pueden reclutarlo para que haga trabajos de contabilidad dentro de la organización. ¿Por qué? Porque todas esas habilidades son las que ellos necesitan básicamente", explicó el profesor.

El sentido de pertenencia a estas bandas se refleja en la apariencia de los adolescentes, que llevan tatuajes, peinados y vestimentas específicas. La narcocultura está profundamente arraigada en estos jóvenes, quienes buscan escalar dentro de las jerarquías ilícitas.