Salasaka vivió el Aya Markaykilla 2025: ritual que estremece corazones




La ceremonia se realizó el lunes 3 de noviembre en el cementerio comunitario de Salasaka.
La comunidad indígena de Salasaka celebró el Aya Markaykilla 2025 con profunda espiritualidad y gratitud hacia sus ancestros. El encuentro se realizó el lunes 3 de noviembre en el cementerio comunitario, considerado un espacio sagrado por las familias. Desde las primeras horas, los hogares llegaron con flores, hojas de coca, alimentos tradicionales y bebidas rituales. Las melodías de instrumentos andinos acompañaron oraciones que unieron a vivos y espíritus en un mismo sentimiento. Las ofrendas se depositaron sobre la tierra como gesto de agradecimiento y continuidad de la vida. Aya nombró al espíritu que trasciende el cuerpo, Markay designó a la comunidad y al territorio de la memoria, y Killa representó a la Luna, guardiana del tiempo. Estas fuerzas describieron un equilibrio entre universo, naturaleza y ser humano. La fecha fue conocida también como Guarda Funlla o día del Sol, asociado a Inti. Para la comunidad, los ancestros emprendieron su tránsito al mundo superior y visitaron a sus familias para compartir su energía. Los cantos y rituales dejaron claro que la muerte se entendió como cambio de estado y transformación energética. La ceremonia contó con la presencia de la Yacha Mamá Avelina, sabia andina proveniente de Bolivia. Ella compartió conocimiento ancestral, ofrendas y mensajes de equilibrio espiritual que estrecharon el intercambio cultural andino. La participación de Avelina fue recibida con respeto y se volvió un puente entre el altiplano y las raíces vivas de Tungurahua. También se destacó el trabajo de Raymi Chiliquinga, quien acompañó la organización y el desarrollo de la jornada. Su aporte impulsó el liderazgo joven en la preservación de las tradiciones de Salasaka. En coherencia con el cuidado de la naturaleza, el encuentro evitó materiales contaminantes como el plástico. Las ofrendas priorizaron elementos naturales y biodegradables en cada detalle. El cierre llegó con un silencio colectivo que dio paso a cantos y danzas que simbolizaron el renacer del espíritu. Entre sahumerios y sonidos de quenas, los asistentes agradecieron a abuelos y abuelas que guían el camino de las nuevas generaciones. El Aya Markaykilla 2025 fortaleció la memoria viva y la fuerza espiritual del pueblo Salasaka, recordando que todo vuelve a la Pachamama y que la eternidad late en la comunidad y en el amor por la vida.
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