Japón ha registrado un descenso en su población por decimoquinto año consecutivo, situándose ahora en 124.8 millones, según las últimas cifras oficiales. Este fenómeno prolongado plantea serios desafíos para la economía y la sociedad del país.

El envejecimiento de la población y la baja tasa de natalidad son los principales factores detrás de esta disminución sostenida. El gobierno ha intentado varias políticas para incentivar la natalidad, pero los resultados aún no son visibles a gran escala.

Expertos advierten que esta tendencia podría tener implicaciones severas para la fuerza laboral y la sostenibilidad de los sistemas de salud y pensiones. A medida que la población envejece, la carga para los trabajadores jóvenes y activos podría aumentar significativamente.

En respuesta, Japón está explorando opciones como la flexibilización de su política migratoria y la promoción de la automatización para mitigar los efectos de una población decreciente.