La cúrcuma, también conocida como 'el oro amarillo' o Azafrán de la India, ha emergido de las cocinas tradicionales a ser la estrella en la arena de la salud. ¿La razón? Sus poderes casi mágicos para combatir afecciones, especialmente las del hígado.

Originaria de la India y Centroamérica, la cúrcuma no solo da color y sabor a nuestras comidas, sino que se convierte en un soldado silencioso contra enfermedades hepáticas como el hígado graso. En la medicina ayurvédica, esta especia es un ingrediente clave en el tratamiento de inflamaciones y dolores persistentes.

El hígado, nuestro principal filtro corporal, se ve amenazado por dietas desbalanceadas y consumo excesivo de alcohol. Aquí es donde la cúrcuma entra en acción. La curcumina, uno de sus principales componentes, actúa como protector contra el estrés oxidativo y es clave en el tratamiento del hígado graso. Además, recientes estudios resaltan su eficacia en reducir grasa hepática y mejorar parámetros como colesterol y glucosa.

Sin embargo, como con todo, la moderación es clave. Si bien la cúrcuma ofrece beneficios tentadores, es esencial consultar a un especialista antes de sumar grandes dosis a nuestra dieta