El jueves 24 de julio empezó con una noticia que dejó helados a millones: Hulk Hogan, leyenda de la lucha libre y estrella mundial, murió a los 71 años por un paro cardíaco. El ídolo de multitudes falleció en su casa en Clearwater, Florida, según confirmó TMZ Sports. En plena madrugada, varias patrullas y ambulancias llegaron al lugar y lo sacaron en camilla, pero ya era demasiado tarde. Hace apenas unas semanas, su esposa Sky Hogan había salido a aclarar que él no estaba en coma, como decían algunos rumores, y que seguía recuperándose de varias cirugías. Su muerte sorprendió a todos, incluso a quienes conocían su delicado estado de salud. Hogan no solo era famoso por su fuerza, también por su presencia en la televisión y el cine. Se ganó el corazón de chicos, jóvenes y adultos con su estilo único y su carisma. Fue el protagonista de la era dorada de la WWE y el primero en hacer de la lucha libre un espectáculo familiar. En 1982 debutó en el cine con Rocky III, donde interpretó al poderoso Thunderlips. Luego llegaron películas como “Mr. Nanny”, “Suburban Commando” y “No Holds Barred”. Su vida familiar también fue parte del show con el reality “Hogan Knows Best” en VH1. En 2005, ingresó al Salón de la Fama de la WWE, aunque en 2015 lo sacaron tras filtrarse audios donde decía cosas racistas en una grabación íntima. A pesar de ese escándalo, su nombre quedó grabado en la memoria colectiva. Fue mucho más que un luchador: fue un símbolo de toda una generación. Su partida marca el fin de una era para los fanáticos de la lucha libre. Nadie podrá llenar el vacío que dejó el gran Hulk Hogan.