En una medida sin precedentes, el Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de la Libertad y a Adolescentes Infractores (SNAI) ha iniciado un censo penitenciario en 16 centros de privación de la libertad en Ecuador. Esta acción, que busca actualizar la información sobre los reclusos, ha generado controversia debido a la naturaleza de los datos recopilados.

Desde el 21 de febrero, se lleva a cabo la toma de perfiles genéticos a los presos, una tarea encomendada al SNAI y al Servicio Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses. Este proceso incluye la obtención de muestras de ADN mediante hisopado bucal en los centros de privación de la libertad bajo supervisión militar, como Cotopaxi No. 1 y Chimborazo No. 1. Sin embargo, lo más sorprendente es la ejecución de esta medida en el Centro de Privación de la Libertad Guayas No. 1 (Penitenciaría del Litoral) desde el 11 de marzo.

Además de la recolección de perfiles genéticos, en la primera fase del censo se verifican los datos de identidad de los reclusos. Pero lo que ha llamado la atención es el registro de características físicas distintivas, como tatuajes, cicatrices, e incluso el escaneo de iris de los ojos, lo que ha generado especulaciones sobre la finalidad de esta información.

El SNAI ha aclarado que estas medidas se realizan con el consentimiento informado de los presos, en cumplimiento de la normativa para la creación de una Base de Datos de Perfiles Genéticos con fines forenses y humanitarios. Sin embargo, la naturaleza invasiva del censo y la falta de transparencia sobre el uso de estos datos han levantado preocupaciones en diversos sectores de la sociedad ecuatoriana.