Algunos inventores lograron avances históricos, pero sus creaciones también les trajeron la muerte. Aquí te contamos cinco casos que estremecen.

Robert Cocking, acuarelista británico, intentó perfeccionar el paracaídas, pero un error en sus cálculos lo llevó a un trágico accidente en 1834.

Franz Reichelt, conocido como el "sastre volador", buscaba diseñar un traje-paracaídas. En 1912, saltó desde la Torre Eiffel. Su invento no funcionó y murió al impactar contra el suelo.

Henry Winstanley construyó el primer faro en alta mar en 1698. Aunque estaba orgulloso de su obra, murió cuando una tormenta destruyó su estructura en 1703.

Georg Wilhelm Richmann, físico ruso, intentó medir la electricidad de un rayo en 1753. Un relámpago lo alcanzó, causando su fallecimiento.

William Bullock, inventor de la imprenta rotativa, perdió la vida en 1867 tras un accidente con su propia máquina al intentar repararla.

Estas historias nos recuerdan que la innovación siempre implica riesgos, y a veces estos pueden ser fatales.