Una fatalidad inclemente acechó en Murcia, España, dejando al menos 13 personas fallecidas en un incendio que consumió locales nocturnos y corazones por igual. Entre las voces perdidas, resuena la despedida de una joven ecuatoriana, cuyo último mensaje a su madre, “Mami, la amo, voy a morir”, atraviesa fronteras, conectando dos naciones en un luto compartido. La comunidad ecuatoriana en España y familias en Ecuador encaran la desolación, mientras buscan respuestas y consuelo en medio de la tragedia.

Los detalles del siniestro en los locales de Murcia que se han convertido en el epicentro del dolor, indican que el fuego se esparció rápidamente, dando poco margen para la evasión. La noticia circula velozmente, alcanzando los confines del mundo digital, dejando una estela de consternación y preguntas sin respuesta.

Jairo, padre de la joven fallecida, comparte su dolor, desconsuelo y el último adiós de su hija, dejando al mundo testigo del amor y el horror que se amalgaman en segundos finales. La ciudad se sumerge en la oscuridad del luto y la espera de aquellos que aún buscan a sus seres queridos en la sombra del siniestro.

A medida que los rescatistas siguen buscando entre los escombros y científicos cotejan ADN, la tragedia en Murcia se cierne como recordatorio de la fragilidad y lo efímero de los momentos de alegría, convirtiéndose en un espejo donde se reflejan los rostros de aquellos que ya no están.