El simbolismo estuvo al máximo cuando la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, se lanzó a las aguas del río Sena. Este acto, que tuvo lugar nueve días antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos, tenía como objetivo demostrar que el río está listo para las competencias de triatlón y maratón acuático. Sin embargo, este gesto llega tras informes recientes que cuestionaban la calidad del agua debido a la alta concentración de coliformes fecales.

Los esfuerzos para limpiar el Sena han sido monumentales, costando alrededor de 1.400 millones de euros. A pesar de los avances, la polémica no se ha hecho esperar. Muchos parisinos ven este gasto como excesivo y cuestionan la prioridad de las inversiones.

La historia del río durante los últimos 100 años ha sido complicada, con prohibiciones constantes para los nadadores. No obstante, las autoridades ahora planean abrir el río para el baño público a partir del año 2025, utilizando los Juegos Olímpicos como catalizador de este gran cambio.

La acción de Hidalgo, además de ser una demostración de confianza en los proyectos de limpieza, ha generado un renovado debate sobre la gestión de recursos públicos y la sostenibilidad ambiental en París.