La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, anunció este miércoles que su gobierno continuará insistiendo en que Ecuador otorgue un salvoconducto para el exvicepresidente Jorge Glas, quien actualmente cumple una sentencia de prisión por corrupción en la cárcel de máxima seguridad La Roca. Este tema ha generado un cruce diplomático entre ambas naciones, que ahora parece estar en una nueva fase de tensión.

Sheinbaum, quien asumió el cargo el 1 de octubre, dejó claro durante su conferencia matutina que la solicitud para permitir la salida de Glas es una prioridad en su administración. La gobernante mencionó que esta posición ya había sido planteada durante su campaña y que, a pesar de la resistencia de Ecuador, seguirán exigiendo que se respete el asilo político que el expresidente mexicano Andrés Manuel López Obrador concedió a Glas.

El exvicepresidente ecuatoriano fue condenado por delitos de asociación ilícita y cohecho, relacionados con casos de corrupción durante el gobierno de Rafael Correa. Sin embargo, en abril de este año, la situación escaló cuando Glas irrumpió en la embajada mexicana en Quito buscando protección, lo que resultó en un altercado que aún sigue sin resolverse y que llevó a México a presentar una demanda ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), acusando a Ecuador de violar su soberanía.

La canciller de Ecuador, Gabriela Sommerfeld, ha mantenido una postura conciliadora, expresando la disposición de su país para dialogar sobre el caso. Sommerfeld subrayó que espera que México participe en la próxima Cumbre Iberoamericana, que se llevará a cabo en Cuenca en noviembre, como una oportunidad para retomar el diálogo. Sin embargo, Sheinbaum ha reiterado que, mientras no se garantice la salida de Glas, el conflicto continuará, lo que podría afectar las relaciones diplomáticas.

La situación también ha captado la atención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que anunció una visita a Ecuador para evaluar las condiciones de Glas en prisión. Este tipo de intervenciones internacionales añade más presión sobre el gobierno ecuatoriano, que ha defendido la legitimidad de las condenas impuestas a Glas.

El panorama es cada vez más complejo y ha despertado diferentes reacciones en Ecuador. Por un lado, sectores políticos y sociales ven en esta insistencia de México una injerencia en asuntos internos, mientras que otros observan la necesidad de revisar el estado de los derechos humanos en las cárceles del país. Lo que queda claro es que el caso de Jorge Glas seguirá siendo un tema caliente en la agenda política y diplomática de ambos países.