¿Te bañas con agua caliente? Tu piel pasa la factura




El agua muy caliente reseca, irrita y puede disparar picazón y brotes en piel sensible
Una ducha muy caliente se siente gloriosa, pero tu piel paga el precio. El calor arrastra los aceites naturales que forman su barrera protectora. Cuando esa barrera se altera, el agua se escapa más rápido. Aparecen tirantez, resequedad y ese picor molesto que no te suelta. El enrojecimiento después del baño es una señal de alarma. En Ecuador la piel lidia con cambios bruscos entre Sierra y Costa. Con agua hirviendo, ese estrés se multiplica. Las piernas y los brazos suelen resentirse primero. El rostro también luce opaco y áspero a las horas. Si tienes piel sensible o dermatitis atópica, los brotes se disparan. Incluso el jabón y la crema pueden arder en una piel irritada. Los dermatólogos recomiendan agua tibia, agradable al tacto. Apunta a 37 a 38 grados para cuidarte cada día. Y mantén la ducha entre cinco y diez minutos. Más tiempo bajo el chorro aumenta la pérdida de agua. El cuero cabelludo sufre resequedad y el cabello luce apagado. Usar temperaturas altas todos los días debilita la barrera cutánea. También altera el microbioma protector que vive en tu piel. Si sales roja, con picazón o descamación, baja la temperatura ya. Tu rutina puede seguir siendo placentera con agua tibia y cuidados suaves.
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