UNA CAMPAÑA HOSTIL Y SOBRECARGADA


Por: Mateo Núñez
La campaña presidencial para el periodo 2025-2029 en Ecuador ya ha comenzado de manera formal y la incertidumbre es el principal denominador. Son 16 candidatos, cantidad exagerada para un país como el nuestro, parece evidente que solo dos figuras se perfilan como los principales contendientes: Daniel Noboa, del movimiento ADN, y Luisa González, del movimiento Revolución Ciudadana RC5. Según las Comunicaliza, Noboa lidera la intención de voto con un 32,9%, mientras que González le sigue de cerca con un 29,3%, lo que sugiere que, a pesar de la diversidad de opciones, la contienda se decidirá en una segunda vuelta electoral.
Con 16 candidatos a la presidencia, en la práctica, la mayoría no cuenta con un apoyo suficiente para generar un impacto real en la opinión pública. Restan un debate serio, y dispersan al electorado para ganar curules en la asamblea.
El verdadero reto para ambos candidatos será la gestión del voto indeciso, un segmento crucial que podría determinar el resultado de la elección. Según diversas encuestas, una proporción significativa del electorado aún no ha tomado una decisión firme sobre a quién respaldar, lo que significa que tanto Noboa como González deberán poner en marcha una serie de estrategias persuasivas para ganar su apoyo. La competencia por estos votantes será feroz, y la habilidad para conectar emocionalmente con ellos podría ser la diferencia entre la victoria y la derrota.
Los principales temas que dominan el debate electoral y que demandan soluciones inmediatas son la inseguridad, la falta de empleo, la crisis económica, la pobreza y la calidad de la educación. Estos problemas no son nuevos, pero han adquirido una urgencia particular debido a su impacto directo en la vida cotidiana de los ciudadanos. Ecuador atraviesa por una crisis de seguridad, con niveles de violencia y delincuencia alarmante, lo que ha generado un sentimiento generalizado de temor e inseguridad entre la población. Al mismo tiempo, la situación económica sigue siendo preocupante, con una tasa de empleo no formal y un crecimiento económico que no parece responder a las expectativas. A estos factores se suman la persistencia de altos índices de pobreza especialmente en las zonas rurales.
La seguridad, por su parte, se ha convertido en un tema central de la campaña, y ambos candidatos deberán presentar propuestas claras y viables para enfrentar el aumento de la violencia en el país. El desafío aquí radica en proponer soluciones viables que capten al electorado, aunque cierta parte cae en la demagogia por la desesperación urgente de reivindicar la dirección del país. En cuanto a la educación, el sistema ecuatoriano requiere una reforma profunda que contemple la mejora de la infraestructura, y prepare a las nuevas generaciones para los desafíos de la economía global y la tecnología.
La campaña presidencial de 2025-2029 en Ecuador se perfila como una contienda donde la habilidad para conectar con el electorado indeciso será crucial. En un país tan polarizado como Ecuador, la verdadera disputa se jugará en la segunda vuelta, donde se definirá el rumbo de la nación en los próximos años.
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