EL RETO DE LA IFORMALIDAD EN AMBATO


POR: Mateo Núñez Analista
Ambato, una ciudad emblemática en el centro de nuestro país, enfrenta un desafío significativo relacionado con la informalidad económica. La alta incidencia de comercio informal en esta urbe representa un obstáculo para el desarrollo económico ordenado, y también tiene ramificaciones preocupantes en términos de seguridad y calidad de vida. La informalidad, definida por la ausencia de regulación y fiscalización en las actividades comerciales, se ha convertido en un fenómeno predominante que demanda una intervención estratégica por parte de las autoridades competentes.
En segundo lugar, la complejidad y los costos asociados con la formalización empresarial suelen ser disuasivos para pequeños comerciantes. Las regulaciones administrativas, la carga impositiva y los requisitos burocráticos pueden parecer insuperables para aquellos que desean iniciar un pequeño negocio. Esta situación se ve agravada por la falta de asesoría y seguimiento adecuado por parte de las instituciones.
La informalidad tiene múltiples consecuencias negativas. En términos económicos, el comercio informal reduce la capacidad del municipio para generar ingresos fiscales necesarios para la inversión en infraestructura y servicios públicos. Además, la falta de regulación significa que muchos negocios informales operan en condiciones inseguras, lo que puede poner en riesgo a los consumidores.
En cuanto a la seguridad, la informalidad a menudo está asociada con un aumento en la delincuencia. Los espacios donde opera el comercio informal pueden convertirse en focos de actividades ilegales, ya que la falta de control y vigilancia facilita comportamientos delictivos. La ausencia de registros y regulaciones también dificulta la identificación de actividades ilícitas y la protección de los derechos laborales.
Para abordar el fenómeno de la informalidad en Ambato hay que actuar con un enfoque multifacético que incluya medidas de regulación, apoyo empresarial y fortalecimiento de la seguridad. Se debe proporcionar programas de capacitación y asesoría para emprendedores y pequeños comerciantes. Estos programas pueden cubrir aspectos como la gestión empresarial, cumplimiento fiscal y normativo, y mejores prácticas para la operación segura y ética de los negocios. Pero de nada servirá estos esfuerzos si no existe un seguimiento y acompañamiento posterior a estas capacitaciones para evaluar su progreso y focalizar puntos de refuerzo.
La creación de zonas comerciales reguladas específicas para pequeños negocios puede ayudar a canalizar el comercio informal hacia áreas designadas, donde puedan operar dentro de un marco regulatorio adecuado. La inversión en infraestructura para estos espacios también mejorará la seguridad y la accesibilidad.
Al implementar medidas que faciliten la formalización, proporcionar apoyo y capacitación a los emprendedores, mejorar la infraestructura comercial, y fortalecer la seguridad, se podría abordar eficazmente las causas y consecuencias de la informalidad. La colaboración con la comunidad y el sector privado también juega un papel fundamental en la creación de un entorno económico más ordenado y seguro, sin bien es cierto existen varios programas de capacitación y alianzas estratégicas, es puntual dar un seguimiento técnico bajo índices para proporcionar resultados empíricos que propicien una mejor toma de decisiones.
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